Llega junio y, con él, el runrún colectivo de que «hay que irse de vacaciones». Las redes sociales se llenan de fotos de playas, mojitos y pies al sol, mientras tú te planteas si es buena idea lanzarte a la conquista del chiringuito más cercano junto a otros dos millones de veraneantes. ¿Y si te dijéramos que las vacaciones de verano están sobrevaloradas? Solo un poco, ¿eh? Pero es cierto.
No es que no nos guste descansar, desconectar o cambiar de aires. Todos lo necesitamos. Pero hacerlo justo cuando todo el mundo tiene la misma idea puede no ser la experiencia revitalizante que esperabas. Entre precios inflados, temperaturas extremas y hordas de turistas en cada rincón, muchas veces terminas necesitando unas vacaciones de las vacaciones.
Y no lo decimos únicamente por el calor durante el verano, que también. Sino por muchos otros motivos que nos llevan a replantearnos si lo mejor es pasar julio y agosto en la oficina tranquilamente. No en vano, también son dos de los meses más tranquilos en lo que se refiere a carga de trabajo, ¿verdad?
Las vacaciones de verano están sobrevaloradas y lo sabes
A ver, sí: el verano tiene sus cosas buenas. Días largos, más luz, posibilidad de playa o piscina… Pero cuando hablamos de organizar un viaje, especialmente en julio o agosto, el panorama cambia bastante. Aquí van algunos motivos por los que quizá deberías repensar el plan:
- Precios por las nubes: vuelos, hoteles, actividades… todo cuesta el doble, incluso el triple. ¿Es este el descanso que tu bolsillo merece?
- Multitudes everywhere: no importa si vas a una cala escondida o a la cima de una montaña, siempre encontrarás más gente de la que esperabas.
- Calor asfixiante: hacer turismo a 38 grados no solo es poco recomendable, es directamente una tortura moderna. ¿Te das cuenta ya de que las vacaciones de verano están sobrevaloradas?
- Estrés logístico: buscar aparcamiento, reservar con meses de antelación, hacer colas eternas para cualquier cosa… ¿no se suponía que esto era relajante?
- Riesgo de frustración: si esperas desconectar y vuelves más cansado que cuando te fuiste, igual el plan no era tan buena idea.
Y por si fuera poco, hay una alternativa que muchos pasan por alto: viajar en otras épocas del año. El otoño o la primavera ofrecen temperaturas más agradables, destinos menos masificados y precios mucho más razonables. Incluso una escapada invernal bien planeada puede ser más reparadora que 10 días en la playa entre gritos y sombrillas voladoras.
Así que no, no decimos que no disfrutes del verano. Solo te invitamos a mirar con lupa si esas vacaciones soñadas en agosto son realmente lo que necesitas. A veces, quedarte en casa con aire acondicionado y series pendientes es mucho más terapéutico que correr por un aeropuerto con chanclas. Y oye, siempre puedes darte el gustazo en octubre, cuando el resto del mundo haya vuelto al trabajo.